lunes, 15 de agosto de 2011

La Maladie de la Maison

En Francia se conoce como la "maladie de la maison". Nosotros no le hemos puesto nombre, pero la padecemos igualmente. Me refiero a esta moda urbanística relativamente reciente que consiste en hacer casas (bloques de apartamentos, chaletitos adosados, etc) completamente aislados de su entorno, de espaldas al mundo.

La arquitectura (el urbanismo) de estos "ghetos" modernos, en los que la sensación de seguridad prima sobre otros valores al menos igual de importantes, está pensada exclusivamente de rejas adentro, como las prisiones y como éstas generan una sensación de hostilidad en el entorno. "Su origen nace de la idea de buscar un entorno ideal para vivir, produciendo un desarrollo urbanístico de baja densidad y habitado por ciudadanos, todos ellos iguales, que buscan la exclusividad y la seguridad a cambio de perder intimidad y libertad de movimiento." (Del blog "La coctelera" : Qué es un ghetto)

Los espacios públicos quedan reducidos a la mínima expresión. Lo imprescindible para que puedan entrar y salir los coches con los que necesariamente hay que desplazarse a los centros comerciales. para cerrar el circulo   "casa-coche-centro comercial-coche-garage-ascensor-casa": La ciudad se convierte en esa cosa molesta que está fuera.

El colegio de los niños -por supuesto bilingüe- a varios Km. de casa y una hora en autobús escolar, donde se relacionarán con niños iguales (del mismo nivel económico) que vivirán en otros ghettos; otros submundos a los que se tiene que llegar, como no, en el coche de mamá.


Puesto que se trata de aislar a la gente por su poder adquisitivo, la fiesta de cumpleaños se celebra en el jardín privado del ghetto, con dos animadoras y un payaso contratados para el evento. Al acabar otra vez coche de mamá y a casa, que se hace de noche y la calle, desierta y semioscura porque no hay comercios, da miedo. Hay que llegar pronto al "garaje-ascensor-casa".  (Nuestra piscina mola más, mamá...)

Desde el punto de vista urbanístico este tipo de edificación me parece un gran error, pero quizás no sea esto lo más importante. Todavía no he leído ningún estudio sobre los efectos psicológicos en el desarrollo de las personas que crecen en estos entornos, desconectados del mundo real. Ese mundo en el que vive gente de toda condición, que se relacionan de mil formas distintas, que propone todo tipo de alternativas y en el que, eventualmente, se plantean conflictos.

Me parece poco probable que la solidaridad, la libertad de opinión, el respeto a las minorías, y otros tantos valores sociales puedan saltar los muros de estos ghettos.




Rafael Ibáñez